Este 18 de febrero, el mundo conmemora el cumpleaños número 91 de una figura cuya influencia abarca múltiples dimensiones: Yoko Ono. Nacida en Tokio en 1933, se convirtió en un ícono cultural cuyo impacto perdura a lo largo de las décadas.

Desde sus primeros años en la escena artística de Nueva York en la década de 1960, Yoko desafió las convenciones establecidas con su enfoque innovador y provocativo del arte conceptual. Su trabajo pionero en performance, instalaciones y escritura la llevó a convertirse en una de las figuras más influyentes del movimiento Fluxus, que buscaba derribar las barreras entre el arte y la vida cotidiana.

El matrimonio de Ono con el músico John Lennon la llevó aún más hacia la fama global, convirtiéndola en un símbolo de amor y activismo. Juntos utilizaron su plataforma para abogar por la paz y la justicia social, destacando su famosa «Bed-In for Peace» en 1969 como un acto de protesta no violenta durante la guerra de Vietnam.

Pero el legado de Ono va más allá de su asociación con Lennon. A lo largo de su carrera, exploró una amplia gama de temas en su arte, desde la feminidad y la identidad hasta la sanación personal y la conexión espiritual. Sus obras, que a menudo invitan a la participación activa del espectador, buscan romper con las percepciones convencionales y fomentar la introspección y la reflexión.

En el ámbito político, Yoko es una voz en la lucha por los derechos humanos y la justicia. Su activismo abarca desde la defensa de los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQ+ hasta la protesta contra la violencia armada y la opresión política.

En un momento en que el mundo enfrenta desafíos cada vez más urgentes, el mensaje de Yoko adquiere una nueva relevancia. Su visión de un mundo donde el amor, la compasión y la creatividad son fuerzas transformadoras sigue siendo una inspiración para todos los que buscan un cambio positivo en el mundo.