Una joya patrimonial que se conserva: el municipio pone en valor el histórico pórtico del Cementerio
Así lo explicó el destacado historiador Daniel Imfeld. Desde el municipio se lo entrevistó con el objetivo de conocer el valor patrimonial que tiene este sector para la ciudad.
El Gobierno municipal se encuentra ejecutando un plan de mejoras en el Cementerio. Se trata de una serie de tareas que la necrópolis venía demandando desde hace muchos años y que la gestión del intendente Leonardo Viotti decidió llevar a cabo en diferentes etapas.
Uno de los sectores remodelados es el pórtico principal con un trabajo en detalle para mantener las molduras y el patrimonio histórico. Para eso, se realizan revoques, llaves, impermeabilización, revoque fino y pintura.
Con el objetivo de conocer el valor patrimonial que tiene el pórtico para nuestra ciudad, se entrevistó al destacado historiador Daniel Imfeld quien contó al respecto que “es original, es una construcción de 1900 que no ha sufrido mayores intervenciones, se conserva tal cual fue concebido en esa época”.
En este sentido, explicó que “su significatividad radica en que refleja características propias de aquella sociedad, es decir, la función que tenía que cumplir con los rituales que se realizaban en relación con la muerte, la despedida de los muertos, la triple arcada”.
Al pórtico “llegaban los cortejos fúnebres. Cuando una persona fallecía, era acompañada por todo un cortejo desde la casa donde se lo velaba a la iglesia, y luego terminaba en el cementerio”.
Sobre su origen, es importante señalar que “el cementerio había surgido de manera improvisada en 1886 ante la epidemia de cólera que se había desatado en la región y había afectado particularmente a Rafaela”.
“Se ubicó en un terreno donado por el matrimonio Podio. Pero recién en 1897 se termina de legalizar la donación y ahí es cuando la Comisión de Fomento empieza a intervenir con más fuerza, reglamentando y regulando el uso del espacio”, especificó.
Hacia 1900, “se decide construir ese pórtico que viene a cumplir la función de jerarquizar el ingreso a un espacio público como es el Cementerio. Si vemos en otros cementerios vamos a ver que los pórticos son todavía más monumentales, este es de una escala más pequeña”.
Sobre esto detalló que “tengamos en cuenta que fue pensado para un pueblo, ni siquiera Rafaela tenía miras de convertirse en ciudad por entonces. De ahí que su escala está en proporción a la población que iba a servir en esos momentos. Sabemos que después tuvo ampliaciones, incluso el pórtico más nuevo ya es de ingreso vehicular directamente al cementerio”.
Respecto a la arquitectura de la obra, Daniel Imfeld señaló que “es muy propia de los cementerios de esa época, generalmente se usaba una arquitectura clásica o neoclásica. En este caso es un neoclásico que está caracterizado por una triple arcada y corona con un frontis triangular, elementos típicos de la arquitectura neoclásica”.
Por otro lado, también cumple una función simbólica: “Es importante reparar también en esos detalles que de alguna manera tengan ese carácter simbólico. Vamos a ver que el frontis triangular está coronado por una cruz, el símbolo por excelencia del cristianismo que remite a la muerte. Y lo que vendría a ser el anti grave, hay una inscripción en latín que en el antiguo rito se utilizaba para la imposición de las cenizas, el miércoles de cenizas. La traducción al castellano de la frase significa: hombre que polvo eres y en polvo te convertirás. Esta frase recuerda el destino que le espera a la humanidad”.
“Una vez que uno ingresa, también hay algunos elementos simbólicos, por ejemplo, el piso con baldosas blancas y negras, es muy propio. Tanto de las iglesias como de los templos masónicos, ese tipo de pavimentos se utilizan para marcar el simbolismo del dualismo que acompaña la existencia humana”, sumó el historiador.
Este dualismo es “entre el bien y el mal, el día y la noche, la luz y la oscuridad, el saber y la ignorancia. Y hacia la pared derecha, si uno ingresa, contiene una placa de mármol sobre una torcha, un elemento simbólico. Está grabada la décima de Francisco Acuña de Figueroa, que es el autor del himno nacional uruguayo, entre otras cosas, y que es una interpelación al visitante”.
“A los costados, a cada costado hay dependencias, salas. Una de ellas, en principio, fue utilizada como capilla. El dato que tenemos es que para el 1 de noviembre de 1900, el obispo de Santa Fe destinó esa sala para uso de capilla”, agregó Imfeld.
Sobre los registros que quedaron de esa época, el historiador dijo que “hay fotos de la carroza fúnebre acompañada de toda una serie de columnas de autos o de volantas en la época más antigua, que acompañaban. Era una gran cantidad de gente la que ingresaba por ese espacio, y lo mismo ocurría con el Día de los Muertos y el Día de los Santos”.
Para finalizar, el historiador reflexionó acerca de la importancia de recuperar este sector: “Fue construido con materiales y con una tecnología propia de la época, debe estar asentado en barro, supongo. Sabemos que la humedad, el paso del tiempo, lo afecta. Es un verdadero desafío poder conservarlo”.
“Con el tiempo se le han hecho muchas intervenciones, lo han pintado, repintado, pero lamentablemente no se conserva por el deterioro propio que sufren los materiales de esa época. Por eso es bueno que hoy con toda la tecnología que tenemos y todos los recursos, se lo pueda conservar de la manera más parecida a lo que fue originalmente”, cerró Daniel Imfeld.
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