Mortal emboscada a la salida de un ritual umbanda en Villa Gobernador Gálvez

Carlos Emanuel Fernández tenía 25 años y había estado preso. Pidió un remís para volver a su casa y antes de que pudiera abordarlo lo mataron a balazos.

Carlos Emanuel Fernández tenía 25 años. Hace dos o tres años había salido tras estar preso y desde entonces, aseguran sus familiares, intentó replantearse su vida. “Había formado familia. El ya tenía un hijo y su mujer está embarazada de tres meses. No tenía broncas con nadie”, explicó una hermana frente a su casa de barrio Tablada. Poco antes de la medianoche del miércoles, Carlos y su hermana participaron de un ritual umbanda en una casa de Caseros al 1700 de Villa Gobernador Gálvez. Finalizado el rito, los hermanos solicitaron un remís que llegó sobre las 23.30. Y cuando Carlos salió para subirse, apareció súbitamente una moto 110 desde la cual lo ejecutaron.

Según el informe del médico policial tenía tres balazos en la cabeza y uno en el hombro izquierdo. “La policía lo dejó agonizar. La ambulancia llegó una hora después, mi hermano estaba vivo pero la policía no dejó que los médicos lo tocaran”, explicó la hermana de la víctima.

La calle Caseros corre paralela a las vías del ferrocarril Mitre que parten ese mundo en dos. De un lado barrio Caseros, como llaman algunos vecinos al sector que depende de la vecinal Libertad. Del otro lado está El Eucaliptal, una postal de pobreza que se palpa al trasponer las vías.

Una serie de enfrentamientos con al menos un par de asesinatos durante 2021 hizo que la venta de drogas que solía verse sobre las vías a la altura de Guido Spano, hoy se haya corrido unos 200 metros hacia el arroyo Saladillo.

“Hay robos, como en todos lados, pero en esta cuadra podes sentarte a tomar mate en la vereda”, dijo una mujer que vive hace años en Caseros al 1700, donde predominan los denominados “vecinos de toda la vida”. El calificativo no es menor teniendo en cuenta quiénes se pueden incorporar a la vecindad. Por eso llamó la atención la llegada, a mitad del verano de 2022, de una mujer que se afincó en una casa de pasillo de mitad de cuadra donde se practican rituales umbanda. “Todo lo que pasa en esa casa es raro. No se los ve durante el día. A veces se escuchan tambores y después aparecen cerca de la vía cabezas de animales muertos”, explicó otra vecina.

Costumbres

“Con mi hermano solemos ir a festividades umbanda. No es nada malo. Por ahí los vecinos lo ven mal, pero no se le hace daño a nadie. Las festividades duran unas tres horas. Vamos a los rituales como también pasábamos a tomar mate”, contó una hermana de Carlos, cuya familia vive en un pasillo sin fin de Tablada donde pasaje Villar atraviesa Chacabuco al 3400.

“¿Ustedes son familiares de Chalita y Mosquito Flores? Porque uno de los heridos de esa balacera dio esta dirección”, preguntó el cronista en alusión a las víctimas del doble crimen del 19 de enero de 2019 en Esmeralda al 3500. “Todo el pasillo tiene la misma numeración. No es nuestra, no somos parientes”, explicó un hermano de Carlos mientras miraba la profundidad del pasillo.

“Desde que salió de la cárcel mi hermano se la rebuscaba trabajando en lo que podía. Hacía changas de lo que saliera, trabajaba con mi hermano de bachero, lo que surgiera”, agregó otro hermano, y reflexionó: “Si hubiera tenido una bronca lo habrían venido a matar acá”.

Por los techos

Volviendo al lugar donde acribillaron a Fernández, en Caseros al 1700 contaron que en las últimas dos semanas se ha visto a dos hombres en motos subir a los techos de las casas de la cuadra como quien busca algo. “No robaron. Siempre cerca de las medianoche se escuchaba una moto, como una 110, y se los escuchaba andar por los techos. Llamamos a la policía, vinieron un par de veces, pero no encontraron a nadie. Entraron a las cuatro casas linderas al lugar de donde salió el pibe que mataron. Eran como que estaban buscando. La moto sonaba como la de anoche”, comentó una vecina.

El miércoles hubo ritual en calle Caseros. Cerca de las 23 sonó el teléfono en la remisería Talleres de Juan Domingo Perón al 1800. El operador escuchó el pedido y mandó un Chevrolet Corsa blanco al lugar. Cuando llegó el remisero, de 37 años, se anunció tocando bocina y se quedó a la espera del pasajero. Entonces vio salir a Carlos Fernández, pero antes de que éste terminara de pisar la vereda de la nada apareció una moto 110 de color oscuro. El que iba como acompañante no titubeó y fue sobre su presa.

Otro vecino relató la misma secuencia pero sin la moto. Y dijo que el tirador corrió hacia las vías y El Eucaliptal. En la escena del crimen se levantaron tres vainas servidas 9 milímetros. “Debajo del cuerpo de Carlos había vainas también. No lo revisaron bien”, agregó la hermana.

Versiones

“Se escucharon cuatro disparos”, contó un vecino. Fernández recibió balazos en la región frontal del cráneo, dos disparos sobre el oído izquierdo y el restante en el hombro del mismo lado. “Yo me demoré saludando y cuando estaba saliendo escuché los tiros. La policía tardó 45 minutos en llegar y la ambulancia una hora. Cuando ya estaban los médicos les pedíamos a los policías que los dejaran ayudar a mi hermano, que estaba vivo, pero se nos reían en la cara. La policía no dejó que lo tocaran, lo dejaron morir”, sostuvo la hermana de la víctima.

En contraste, algunas vecinas dieron otra versión. “Llamamos a la policía y llegaron rapidísimo. Y la ambulancia también. Nadie se quería acercar. Una mujer con el pelo teñido de rojo, que es la que hace los ritos umbanda, se tiró sobre el pibe que ya estaba muerto. Gritaba de una manera conmocionada. Se peleaba con la policía. Les decía que fueran a buscar a los asesinos, que ellos sabían quienes eran. Muchos vecinos de acá a la vuelta llegaron porque escucharon sus alaridos”, reflejó otra vecina.

La investigación del crimen quedó en manos de la fiscal Carla Cerliani, que en principio ordenó que el remisero quedara demorado. Luego de unas horas en la comisaría 26ª, a unas tres cuadras de la escena del crimen, fue liberado. En la esquina de Caseros y Libertad, a unos 50 metros de donde cayó muerto Fernández, hay una cámara de vigilancia municipal pero vecinos ponen duda su funcionamiento. La fiscal ordenó a la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que trabajara en territorio en la búsqueda de testimonios.

LG
Fuente: La Capital

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