Los jóvenes desafían la creciente censura en Estados Unidos

La Asociación de Bibliotecas de EE.UU. (ALA, por sus siglas en inglés) informó en marzo que las solicitudes para la retirada de libros de las bibliotecas escolares y públicas en 2022 alcanzaron su mayor número desde que comenzaron los registros hace 20 años.

En su informe más reciente, que cubre el año escolar 2021-2022 en EE.UU., PEN America, una ONG con sede en Nueva York que rastrea la censura literaria, informó que más de 2.500 prohibiciones de libros fueron emitidas por distritos escolares en 32 estados.

PEN America estima que esas decisiones afectaron a 5.000 escuelas y a casi cuatro millones de estudiantes. Texas, donde viven Scott y Hoy, tuvo el mayor número de prohibiciones de libros (801), seguido de Florida (566) y Pensilvania (457). Los números podrían aumentar aún más en todo EE.UU. A fines de marzo, la Cámara de Representantes de mayoría republicana aprobó una ley conocida como la Carta de Derechos de los Padres, que según los críticos otorgaría a los padres derechos de veto sobre los libros en el sistema escolar.

El proyecto de ley aún no ha sido aprobado por el Senado, que tiene una mayoría demócrata.

«Es natural que haya siempre alguien que se sienta incómodo con ciertos temas», dice Scott. «Pero eso no es necesariamente motivo para retirar los libros o quitarles la oportunidad a los demás de que formen su propia opinión».

«Tratando de silenciar la verdad»

La mayoría de las solicitudes de prohibición involucran obras que tratan sobre identidad racial y sexual.

PEN America dice que de los más de 1.600 títulos que sufrieron algún tipo de censura de 2021 a 2022, más del 80% tenían personajes prominentes de la comunidad LGBTQ+ o no blancos. Uno de estos libros fue «All Boys Aren’t Blue» de George M. Johnson, una memoria sobre la experiencia de crecer como negro y queer, que se ha convertido en el tercer título más prohibido por las autoridades escolares.

«Cada vez que escribes un libro en el que hablas sobre tu verdad, habrá personas que querrán silenciarla», dijo Johnson en una entrevista de 2022 con la radio pública estadounidense NPR. El escritor y periodista, que usa los pronombres neutros, cree que el plan de estudios que se enseña en la mayoría de los sistemas escolares estadounidenses todavía está fuertemente orientado hacia el adolescente heterosexual, blanco y hombre, y que a las personas que toman tales decisiones les queda difícil aceptar la diversidad. «Es como: ‘¡Oh, Dios mío, cuán peligroso sería que los adolescentes blancos tuvieran que aprender sobre las otras personas que existen en la sociedad?'».

Pero la censura también afecta a los textos básicos que han sido leídos por estudiantes estadounidenses durante décadas. Un ejemplo es «Matar a un ruiseñor«, la novela ganadora del Premio Pulitzer de Harper Lee publicada en 1960 que analiza la injusticia racial en EE.UU. Fue prohibido por los distritos escolares de Oklahoma y Carolina del Norte en 2021.

Las organizaciones de libertad de expresión argumentan que la frecuencia y el volumen de objeciones se han intensificado debido a la polarización política desatada después de las amargamente disputadas elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y 2020. PEN America dice que ha identificado al menos 50 grupos que abogan por prohibiciones a nivel local, estatal y nacional. La mayoría, dice la ONG, parece haberse formado en 2021.

«Los padres y los miembros de la comunidad juegan un papel importante en la configuración de lo que los estudiantes aprenden en la escuela», dijo Suzanne Nossel, directora ejecutiva de PEN America, en un comunicado. «Pero esto va mucho más allá de las expresiones orgánicas de preocupación o el intercambio normal entre padres y educadores en un ambiente escolar saludable».

Además, las reglas sobre quién puede cuestionar un determinado libro varían en cada distrito escolar. Algunos incluso permiten que las personas que no son padres de estudiantes expresen sus preocupaciones.

Enfrentándose a las autoridades

Uno de los libros discutidos recientemente en la reunión de su club es otro título frecuentemente prohibido, «Fuera de la oscuridad», de Ashley Hope Pérez, una novela centrada en una historia de amor entre una adolescente mexicano-estadounidense y un adolescente afroestadounidense en la década de 1930 en Texas.

«Es tan extraño que en una sociedad tan individualista como EE.UU. haya algunas personas tratando de eliminar historias que muestran diferentes individualidades», señala Hoy. «Eso crea un tipo de persona ‘ideal’ que se supone que debes ser. Da miedo crecer en tiempos como estos». Las adolescentes texanas son parte de un movimiento de base que está haciendo más que desafiar las prohibiciones de libros leyéndolos.

En el estado de Missouri, dos estudiantes llevaron al distrito escolar de Wentzville a los tribunales el año pasado por la decisión de eliminar ocho libros considerados «obscenos», incluido «Ojos azules» de Toni Morrison, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993.

Otro caso que llegó a los titulares en EE.UU. fue una larga protesta de estudiantes de secundaria en Pensilvania en 2021 por la decisión de restringir el acceso a más de 300 libros, películas y artículos vinculados principalmente a autores negros y latinos.

Las campañas para facilitar el acceso a obras específicas también forman parte de este movimiento.

En Florida, el activista y poeta Adam Tritt creó la Fundación 451, que compra libros prohibidos y los distribuye en lugares públicos, como cafeterías y heladerías.

«Hemos distribuido casi 3.000 de esos libros a niños y jóvenes, y mi sueño es recaudar más fondos para hacer lo mismo en todo el país», le dijo Tritt, de 58 años, a la BBC.

Tritt, un profesor de inglés en una escuela secundaria en la ciudad de Palm Bay, comenzó la campaña en mayo del año pasado después de recibir un mensaje de las autoridades educativas locales solicitando la eliminación de dos libros de su clase –«Cometas en el cielo» de Khaled Hosseini y «Matadero cinco» de Kurt Vonnegut- porque las obras eran consideradas «pornográficas» y «anticristianas».

Fuente: BBC

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