El cobre, ese metal que todos conocemos, no solo está en nuestros teléfonos y cables, sino que es el plato principal para los ladrones. Con su habilidad para conducir electricidad, se vuelve esencial en industrias como la telefónica, automotriz y más. El cobre está en todas partes, y eso lo hace muy atractivo para algunos.

El problema es que, al ser tan necesario, también es muy robado. ¿Por qué? Porque tiene un precio jugoso en el mercado, es fácil de robar, tiene mil usos, es simple de vender y hay un mercado negro que no pregunta de dónde viene.

Ante este panorama, surge una pregunta recurrente en la comunidad: ¿Dónde se venden estos materiales robados? La búsqueda de respuestas sobre la comercialización de cobre robado refleja la inquietud de la sociedad ante un problema que afecta no solo a las empresas y la industria, sino también a la infraestructura y la seguridad pública.