El caso que conmociona al país: ¡Loan, Loan!
Desde Minuto Rafaela nos comunicamos con distintos colegas de la provincia de Corrientes para abordar un panorama más profundo del Caso Loan. Dada la importancia del tema, la sensibilidad y la peligrosidad que reviste, hemos convenido utilizar un pseudónimo para resguardar la identidad de los mismos.
Por El Ibirapitá Vigía
¿Quién es Loan? Una víctima de la mafia enquistada en Corrientes, adherida como una ameba parasitaria en lo más profundo de sus secretos ancestrales. Una sombría y perversa cofradía de insaciables que van por todo lo que les resulte de utilidad y contra todo lo que infieran como obstáculos para alcanzar sus fines.
El pensamiento deslizado en el párrafo introductorio de esta columna no es la verdad comprobada, pero es el que anida en la psiquis colectiva. Así lo presumen a estas alturas las personas que, desde sus casas, siguen los noticieros y consumen las versiones -una más sensacionalista que la otra- sobre el destino que pudo haber sufrido el pequeño desaparecido en las planicies montaraces de 9 de Julio.
¿Cuál es la verdad en un país que se caracteriza por no buscarla? Quizás nunca se pueda saber a ciencia cierta si alguna especie de Ku Kux Klan telúrico se apoderó del pequeño, o si pasó lo más simple: que se haya extraviado y desvanecido en algún recodo tan obvio como ignorado por los pesquisas.
¿Puede pasar que después de tanto rastrillaje con buzos tácticos, perros sabuesos, drones y paramotores no se hallen restos de la víctima? Puede. El antecedente que lo demuestra es el caso Pomar, aquella familia que viajaba por una autopista cuya desaparición se convirtió en una incógnita nacional y, también, en un papelón policial luego de que sus cuatro integrantes fueran hallados en un matorral junto a su Fiat Duna, sin vida, con signos de inanición.
Que no haya sido esa la suerte de Loan es el deseo más ferviente de los que siguen el caso con el corazón estrujado, pensando que podría ser el propio hijo, el sobrino amado, el niño que endulza con su sonrisa la pesadumbre de sobrevivir en crisis constante.
Pero de inmediato surge la pregunta lacerante: si su vida no se apagó fruto de un extravío accidental en la inmensidad campestre, ¿alguien se apoderó de él? ¿Con qué intenciones? ¿Movidos por cuál perversión? Las detenciones ordenadas por las autoridades judiciales en las últimas horas invitan a especular con una organización dedicada a la trata de personas, rubro criminal que crece exponencialmente en los países cuya seguridad jurídica decrece.
Missing Children, la organización global que trabaja por la recuperación de menores arrancados de sus hogares, mantiene un registro actualizado según el cual más de 100 chicos permanecen desaparecidos en la Argentina. Las circunstancias de cada caso tienen un patrón común que es el descuido de los progenitores en contextos de pobreza y marginalidad.
Pero Loan pertenece a una familia trabajadora que -al parecer- concentra sus esfuerzos en la crianza afectuosa de sus hijos, algo que se puede comprobar en fotos y videos que muestran al pequeño tocando el acordeón o participando de fiestas por su cumpleaños. ¿Fue secuestrado por una organización de trata? Es una de las líneas investigativas dado que el lugar donde fue visto por última vez se presta para pensar lo peor. Una localidad pequeña con una amplia zona ganadera atravesada por caminos y senderos rurales que se conectan con rutas nacionales y provinciales.
“No descartamos nada. Vamos a investigar todo”. Las palabras del gobernador Gustavo Valdés, quien mantiene contacto con la familia y monitorea la búsqueda con el tacto necesario para no caer en señalamientos demagógicos, es el principal interesado en que el caso se resuelva y, si es posible, con un final feliz. Los intentos de enrostrar al Poder Ejecutivo responsabilidades por este episodio -como fomentan sectores de la oposición para sacar tajada de la coyuntura- no son más que maniobras oportunistas.
Por otro lado, asoma el esoterismo al que ancestralmente acudieron los caciques, patriarcas y jerarcas para apaciguar la ira de dioses paganos. Es un dato que aparece en el caso Loan a través de las acusaciones cruzadas entre familiares, amigos y vecinos de 9 de Julio. Esa ramificación tabú de las prácticas políticas ejercitadas desde tiempos inmemoriales para la construcción piramidal que, sobre la base del miedo religioso, encumbró a los sátrapas y nunca pudo ser erradicada de la subcultura macumbera de los incultos.
Noticias de última hora señalan que se habrían desenterrado objetos relacionados con el caso en el domicilio del matrimonio detenido por la desaparición del pequeño. Se trata de un descubrimiento escalofriante por cuanto la pareja participó del almuerzo (en honor a San Antonio de Padua) que se organizó en la casa de la abuela de Loan, desde donde el niño salió junto con un grupo de parientes para cosechar naranjas en adyacencias agrestes.
La vieja creencia de que ofrendar niños a los espíritus proporciona bienestar material y fructificación exuberante a los vivos, fue desterrada por la lógica del pensamiento científico y, también, por el razonamiento religioso de los credos institucionalizados, pero no es menos cierto que las sectas, el satanismo y la denominada magia negra se mantienen en estado de latencia, sostenidas en voz baja por mentalidades oblicuas. Y es en tiempos de escasez, incremento de los índices de pobreza y degradación de la escala de valores cuando vuelven a ser exteriorizadas.
Las más de las veces con una gallina ahorcada, velas encendidas y un surtido de alimentos distribuidos en forma de altares anónimos, pero en otras situaciones los ritos pueden alcanzar niveles de crueldad inenarrables, llevados a cabo por desquiciados como los que ultimaron en la década pasada al recordado Ramoncito, niño mártir de los apetitos concupiscibles de vaya a saber qué depravado o sarta de depravados.
¿Loan es otro Ramoncito? Todo indica que no. A diferencia del niño mercedeño torturado en un ritual diabólico en 2006, el pequeño de 9 de Julio tenía contención familiar y mantenía un vínculo saludable con sus padres y hermanos. De condición humilde, pero con lo necesario para una infancia feliz, Loan no era un mendigo errante como Ramoncito, sino que desapareció de los radares un jueves 13 en medio de una reunión familiar, en una finca donde se sentía seguro dada la presencia de adultos en quienes confiaba.
Por ese motivo, gana fuerza en la opinión pública (y seguramente en los fiscales) la hipótesis de una confabulación para raptarlo en el momento menos pensado. A partir de allí el tronco investigativo se bifurca: si se reúne prueba suficiente para orientar las indagaciones hacia la trata de personas, estamos ante un delito de competencia federal que contempla desenlaces espeluznantes como el sometimiento sexual o la esclavitud. Si, por el contrario, se corrobora que los objetos desenterrados en la vivienda de los sospechosos fueron utilizados para la apropiación del pequeño, el expediente se mantendrá en el fuero provincial bajo la posible carátula del secuestro.
Cualquiera sea el desenlace, la comprobación de un epílogo monstruoso agregaría una cuenta más a los hechos más perturbadores de la historia criminal argentina. La prueba de que el mal, entendido como la suma de las peores aberraciones humanas, existe y es encarnado por una logia de idiotas supersticiosos capaces de cualquier atrocidad con tal de calmar sus propios demonios.
Deja una respuesta