Continúa la extranjerización de la economía
Con la venta de Ilolay a la francesa Savencia Fromage & Dairy se profundiza la extranjerización de la industria láctea argentina y de uno de los sectores más importantes en materia de soberanía: el de los alimentos.
Este miércoles 5 de abril se dio a conocer lo que ya era un secreto a voces, la adquisición de una histórica empresa rafaelina por parte del grupo extranjero que ya controla Milkaut. A través de un comunicado, los propietarios de la firma Sucesores de Alfredo Williner S.A. informaron la venta del 100% del paquete accionario a quienes desembarcaron en nuestro país en la década de los noventa.
En un contexto mundial de guerra, recesión económica, crisis financiera y desabastecimiento, los alimentos se convierten en recursos estratégicos en el plano geopolítico. De más está decir que Argentina es un país sumamente rico en materia de recursos naturales, capaz de proveer la energía, los minerales y alimentos que el mundo necesita, como rezan tantos políticos y lobbistas de turno. El problema es si esos recursos los vamos a manejar y vender nosotros o lo harán manos extranjeras. No es lo mismo que una empresa líder se encuentre controlada por capitales trasnacionales a que la mayor parte del mercado lo esté.
Con esta compra, el podio lácteo argentino pasa a ser extranjero. La canadiense Saputo (La Paulina, Molfino) y la francesa Danone (La Serenísima) son las otras compañias presentes en el top del ranking.
No sólo se trata de una cuestión de negocios, sino también de soberanía. El claro ejemplo es el de la llamada Hidrovía Paraná, por donde sale el 80% de nuestro comercio exterior. Aunque decir nuestro no es más que un eufemismo, ya que la mayoría de los puertos y el control de la vía navegable se hallan en poder foránero. Esto no es sin consecuencias cuando sufrimos la peor crisis del sector externo en la historia de nuestro país y las palancas de la economía las tienen otros. Necesitamos dólares que no fabricamos, para pagar una deuda contraída con la finalidad de fugar capitales por parte de grupos económicos concentrados que cuando exportan en realidad están transfiriendo dividendos de una subsidiaria propia a otra en el extranjero. Como si fuera poco, rezongan si tienen que aportar algunas migajas en forma de impuestos. En la provincia de Santa Fe las agroexportadoras pagan tan solo 2% de Ingresos Brutos.
Por todo lo dicho es importante comprender quiénes están detrás de cada una de las marcas que consumimos y a qué intereses responden. No es una dinámica nueva la que fundamenta la disputa por aquello que nos pertenece, pero sí hay ventanas temporales en las que se aceleran procesos de saqueo. Es momento de prestar atención.
Se trata de un espectáculo obsceno que tiene lugar en nuestro territorio y al que no fuimos invitados. La paz tiene su costo: el sangrado de los recursos naturales de nuestra patria y la expoliación de las mayorías condenadas a la pauperización extrema, que disputan una guerra sin cuartel por la supervivencia en los barrios más vulnerados.
MR
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