Alberto; lo peor que tuvo la democracia Argentina en los últimos 40 años.

El actual presidente Alberto Fernandez finaliza su mandato el el próximo 10 de diciembre. Deja un escenario complejo con la macroeconomía desordenada, el poder adquisitivo más bajo de latinoamérica, una crisis de legitimidad que le es propia, el PJ revuelto y la peor creación que pudo parir el contexto: Javier Gerardo Milei.

Cuando CFK propuso como presidente de su fórmula a Alberto Fernandez, todos aplaudian la «magistral jugada de la Jefa», que había descolocado al poder macrista de turno con un candidato que ni ellos se habían imaginado.
El relato tribunero se hace ecos hasta el día de hoy, donde se aproxima la presidencia de un sujeto con dudosas capacidades psicológicas y, por supuesto, mucho mas dudosas para llevar las riendas de un país tan jodido como Argentina. Porque si algo somos en este país, es eso: jodidos.

En el 2015, Cristina dejaba la presidencia con una Plaza de Mayo colmada por la militancia que ella misma supo conquistar. Jovenes, empresarios, militantes, docentes, médicos.
En aquella Plaza se habian congregado miles de personas al unísono de «Vamos a Volver», motivados por la efervescencia y el magnetismo que generaba CFK.
Muchos de los asistentes a esa Plaza fueron los responsables de «militar» para la vuelta del peronismo al poder durante los cuatro años de Macri, el empresario amante del espionaje ilegal que habia conquistado a la clase media con los ojos celestes y su condición economica (porque si algo se repetía en los medios de comunicación y se reflejaba en «Doña Rosa y Don Raul» cuando iban a la verdulería o al almacen, es que «Macri tenía plata, y por eso no le hacía falta robar»).
Un total desconocimiento de la realidad y del prontuario de Macri, que tuvo el déficit fiscal mas alto de la historia sin pandemia, la deuda con el FMI más grande la historia del organismo por DNU, la inflación sin emisión monetaria mas alta de la historia del peso y la «bicicleta financiera» con la que sus amigos fugaron capitales a offshores en el exterior.

Pero, el 2019 sorprendió con el anuncio político menos esperado: CFK había elegido para la presidencia a Alberto Fernandez, un abogado con trayectoria dentro de la escena política, que supo estar cerca de Néstor Kirchner (jefe de gabinete) y que formó parte de los distintos gobiernos desde la vuelta a la democracia, exceptuando el de la Alianza de Fernando De la Rua.

Sin dudas, Alberto Fernandez no ocupará ni un renglón en los libros de historia, y será recordado como el peor presidente desde la vuelta a la democracia en 1983. Paradojicamente, gracias a su gestión, en los 40 años de democracia gana las elecciones por amplia mayoría una persona que comparte filas con personas que reivindican la última dictadura civico-militar; tan cercanas como la vicepresidenta, Victoria Villaroel.

Al presidente –que había desaparecido los ultimos meses para «hacer lugar a la campaña» -se lo ve hoy recorriendo distintos medios de comunicación, locales y extranjeros, con un discurso pobre, carente de sustento, y que no hace otra cosa que reafirmar su total enajenación con la ciudadanía y con las funciones para las cuales lo eligieron.

Alberto Fernandez se va en excusas: primero la idea de conciliación con sectores históricamente imposibles de conciliar, en contextos en donde si o si era necesario profundizar el modelo del Estado de bienestar. Después, la pandemia. Un escenario bochornoso de muertes en pasillos de hospitales, vacunatorios vips, fiestas en Olivos, donaciones de respiradores que nunca llegaron y comercios, pymes y profesionales independientes que quedaban en el tendal por «fundirse» gracias al confinamiento sanitario mezclado con una bateria de medidas economicas que nunca ayudaron realmente a quienes lo necesitaban. Para no ser menos, la guerra desatada por Ucrania contra Rusa y la ocupación sionista del estado de Israel en Palestina afectaron el comercio internacional. Y a esto, se le suma inexorablemente la sequía sufrida por Argentina en los últimos años.

En momentos duros, Alberto Fernandez fue tibio. Fue tan tibio, que no convenció a nadie. Ni propios, ni ajenos.

Dilapidó el capital político mas fuerte que hay en la escena nacional: Cristina. Y tal vez, «la jefa» deba repensar su rol en la política actual, formar nuevos cuadros y trabajar desde otro lado. La edad y las energías no son las mismas, y el bombardeo mediatico-judicial que llevo adelante «el círculo rojo» tienen sus efectos. Cristina es la única ex-presidenta a quien intentaron asesinar.

Al final de la gestión, Fernandez se irá por la puerta chica, aunque hoy en día intente limpiar su imagen. Los salarios son los mas bajos de latinoamerica, la inflación es de las mas altas del mundo, el COVID-19 y su tratamiento dejaron a la Argentina numero 11 en el ranking mundial de muertos/millon de habitantes -pese al férreo y estricto confinamiento- y un escenario económico interno en donde aquellos que tienen trabajo registrado, algo tan deseado por la mayoría de las personas, caen por debajo de la linea de pobreza.

Si algo se le pude indalgar a Alberto Fernandez es que, sin dudas, fue la mejor campaña que tuvo Javier Milei para hacerse con el poder y gobernar desde el 10 de diciembre de 2023 un pais con 50% de pobres, 6 de cada 10 chicos que no comen todos los días y un tejido social débil, con políticas de corte libertarias que JAMAS pero JAMAS en la historia del mundo fueron puestas en funcionamiento por ningun país del mundo, ni siquiera por aquellas potencias economicas mundiales que pregonan el libremercado pero que no lo ponen en práctica.

Será cuestión de tiempo, pero si de algo no hay dudas, es que Alberto fue lo peor que tuvo la democracia en los últimos 40 años.

 

 

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